FIN DE SEMANA NEGRO: VERACRUZ ESTÁ EN CRISIS
Sábado 09 de Noviembre de 2019
Juan Osorio Flores
Un magnicidio en Veracruz, a horas de que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez rinda su primer informe de Gobierno, es la caída de un telón que ya apenas estaba sujetado con alfileres.
Para el Gobierno de Veracruz, hasta antes del medio día de hoy, los feminicidios en realidad no lo eran; las ejecuciones, en realidad apenas fueron "enfrentamientos entre bandas" en el mejor de los casos, y en otros, simplemente fueron "hechos aislados".
Por el contrario, para el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, las condiciones de violencia de alto y muy alto impacto en el país, incluido Veracruz, se clasificaron como: "yo siento que vamos muy bien", expresión televisada por el propio Gobierno de la República apenas la semana que culmina.
Pero no. Las cosas están tan, pero tan mal, a un año de Gobierno de la República y un año de Gobierno en Veracruz, que se echa absolutamente por tierra la versión de que "los de atrás tienen la culpa".
Ya no puede ser creíble. Ya no es aceptable. A un año de Gobierno, los Gobiernos Federal y Estatal ya no tienen argumento que justifique el reguero de sangre.
Y eso que "no estamos en guerra" y por el contrario vivimos una estrategia de Gobierno de "abrazos".
Juan Carlos Molina Palacios, priista, diputado, líder estatal de la CNC y hombre de muchísima influencia en Veracruz fue acribillado hoy cuando salía (o llegaba, la verdad eso es intrascendente) de su rancho en Medellín de Bravo.
Ya a estas alturas, el detalle de análisis ni siquiera tiene que ver con la terrible muerte del hombre, pues la igualdad a que nos reduce su asesinato es que Juan Carlos fue como cualquier otro hombre que tiene esposa, madre, hijos, hermanos, que hoy lloran y llorarán inconsolables su pérdida ante un hecho violento que le arrancó la vida de forma por demás cobarde e inesperada.
El análisis puede sonar hasta más ofensivo y falto de sensibilidad para los momentos que se viven, pero es básico: ¿cómo pudo colocarse uno, dos o los sicarios que hayan sido, en un lugar estratégico en donde pasaría el ahora ya muerto diputado, sin que hubieran sido detectados por alguna corporación policiaca?. Quiere decir que el delincuente puede atacar en cualquier parte, en cualquier lugar y a cualquier hora, y simplemente tiene toda ventaja ante la policía.
Bueno, y lo peor ¿cómo llegaron las armas con que fue ejecutado el líder campesino hasta ese lugar?. Porque la imagen que ha trascendido las fronteras mexicanas ya con la trágica ejecución, muestran la ventanilla del conductor de la camioneta que terminó siendo la mortaja del infortunado líder, con orificios de bala con apenas milímetros de distancia entre uno y otro, lo que en principio podría presumir que se trató de una ráfaga de ametralladora.
Si los peritos en criminalística llegaran a confirmar tal cosa, ¿Cómo puede transportarse un arma de esas características por las calles, carreteras o avenidas de cualquier sitio, sin ser detectadas por las diversas corporaciones?.
El asesinato de Juan Carlos Molina Palacios es un magnicidio, pues se trata de un diputado en funciones, se trata de un líder estatal de una de las organizaciones civiles más trascendentes e importantes de México: la CNC.
El asesinato de Juan Carlos Molina Palacios se suma al asesinato del alcalde de Valle de Chalco acaecido hace dos semanas, se suma a la emboscada que privó de la vida a policías en Michoacán; se suma a otra emboscada que masacró a policías en Oaxaca apenas hace unas horas; y mejor ya ni contar las cientos de ejecuciones, cientos de feminicidios y cientos de secuestros que están registrados en este año a lo largo y ancho en el país.
En Veracruz y para Veracruz, ninguna explicación justifica el magnicidio de Juan Carlos Molina, por el contrario, deja claro que auténticamente, Veracruz está en crisis.
Que Dios se apiade de nosotros y que Juan Carlos Molina Palacios descanse en Paz-